Un balazo al psiquismo

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*Por Vanina Botta

“Solo los tontos creen que el silencio es un vacío. No está vacío nunca. Y a veces la mejor manera de comunicarse es callando”.
-Eduardo Galeano-

El Abuso Sexual de niñas y niños consiste en la participación de menores en una actividad sexual que no comprenden y para la cual no pueden dar consentimiento. Es el contacto genital entre un adulto que manipula, engaña o fuerza a un niño o niña a tener comportamientos sexuales; también se incluye el exponerlos a exhibicionismo, pornografía, hacerse tocar y utilizar otras partes del cuerpo de los niños para su satisfacción. Un acto sexual con un menor es siempre un abuso. No es sinónimo de violación, la cual es un acto de acceso carnal dado a través de la fuerza e intimidación de la víctima. En el abuso sexual infantil raramente se utiliza la fuerza física para lograr el contacto con el niño, que a su vez, no ocurre en forma aislada o accidental.

La agresión sexual es el peor de los maltratos infantiles y las consecuencias son horrorosas, entre otras cuestiones por los efectos psicológicos potencialmente devastadores que origina, el abuso sexual deja una huella psíquica en cada víctima. Es fundamental no concebir el abuso sexual como una cuestión únicamente concerniente a la sexualidad del individuo, sino como un abuso de poder. El abuso sexual infantil es claramente una relación de poder. Es un crimen de poder, de dominación.

Los abusadores están sostenidos por la estructura patriarcal, una cofradía masculina privilegiada a la que se le permitió y permite el abuso. Lo más lamentable de todas las historias de abuso sexual infantil es que los abusadores son generalmente personas de la familia o conocidas por las víctimas, por lo que se aprecia que hay un notorio predominio del abuso crónico en relación con el episodio único. En muchos casos, la denuncia no se realiza hasta que el abuso haya sido larga y dolorosamente repetido, o cuando ya existan consecuencias graves, como infecciones de transmisión sexual, embarazos en niñas o severas alteraciones conductuales y anímicas. El tocamientos es el tipo de agresión más frecuente, en un 90% de los casos; únicamente 4 a 10% de las experiencias entre adultos y niños implican coito. La importancia de este hecho permite explicar una de las razones por las que frecuentemente no existen lesiones en el área genital, anal o en las dos cuando se explora a un niño o niña con historia de abuso sexual, hecho que no descarta el incidente.

El Síndrome de Acomodación al Abuso Sexual Infantil, fue descrito por Ronald Summitt en 1983. Con ese artículo, el autor intentó que se ganara en comprensión respecto a las reacciones típicas de los niños/as víctimas de un abuso sexual continuado y en credibilidad respecto a sus versiones; también, romper con los mitos y prejuicios existentes en torno a este fenómeno delictivo. Describió una secuencia característica que consta de cinco fases:

Secreto, ningún niño/a esta preparado/a para ser abusada por un adulto en el cual confía y espera protección y cariño. El abusador presiona a la víctima para que guarde este secreto mediante la manipulación, las amenazas y mediante generar sentimientos de culpabilidad. El abusador le hace creer a la víctima que si guarda silencio evitará la desintegración de la familia. El sentimiento de culpa, de vergüenza, los sentimientos encontrados y el desconcierto frente a un adulto que lo/a abusa en quien confía contribuye a que las nenas y nenes soporten el abuso, lo mantengan en secreto y se acomoden a él.

Desamparo, desde las casas inculcamos a los niños/as a ser cariñosos y amables con los adultos de la familia con lo que incrementa el riesgo de desprotección. abuso provoca en él el desarrollo de sentimientos de impotencia y desprotección que pueden perdurar a lo largo de su vida. Muchas veces se espera que la nena reaccione como una adulta frente a un abuso pues sino se la considera cómplice, no es fácil que reaccione frente a un abusador jerárquicamente superior y a quien debe respetar.

Entrampamiento y acomodación, las victimas sienten la responsabilidad de mantener a su familia unida; como el abuso suele repetirse la única opción que le queda es aprender a aceptar la situación y sobrevivir, adaptarse a la situación abusiva como método de supervivencia y así sobrellevar la situación en soledad y con mucha vergüenza.

Revelación tardía y poco convincente; un numero grande de casos nunca es revelado, otros al llegar a la adolescencia pueden contarlo. Cuando lo hacen se enfrentan a la incredulidad, se lo cuestiona, se presume que la historia es inventada.

Retractación; por encima del enojo subyace la culpa y la responsabilidad de preservar a su familia; además, descubre que los miedos y las amenazas de mantener todo en secreto son ciertas. Las víctimas cargan con la responsabilidad de preservar o destruir la familia; opta por retractarse.
Para concluir cabe agregar que el abuso sexual infantil en la infancia y en la adolescencia genera un desmantelamiento psíquico, una catástrofe en la vida de quien lo padece. Se trata claramente de una relación de poder, por lo que se sostiene que el abusador no tiene un goce genital sino un goce de abuso de poder. Se remite a una forma de feminicidio, transfiriendo la violencia y la destrucción contra la mujer hacia sus hijos.

El abusador, en la gran mayoría de casos estudiados no presenta ninguna enfermedad mental, no es un enfermo, no presenta ningún centro del cerebro de la maldad, ni ninguna predisposición genética, es un ser con características psicopáticas y perversas que comprende perfectamente, y goza cosificando, o sea, transformando a la niña en un objeto, en una cosa y utilizando para satisfacerse a los demás. Siempre sucede en una situación de asimetría y de poder.

Se trata generalmente de hombres con un encanto superficial que utilizan la manipulación y el engaño para satisfacer sus propias necesidades egoístas; muchas veces se trata de una persona locuaz, voluble, con facilidad verbal, que destila rasgos de seducción insincera y superficial, que se presenta como teniendo conocimientos de muchas áreas y puede casualmente utilizar términos técnicos y jergas y, efectivamente, impresiona bastante a la mayoría de la gente, por lo que en general, su conducta en la sociedad, como en lugares de detención, es clasificada como buena.

Son personas sin alteración de la capacidad de enjuiciar o discernir y con la voluntad conservada, es decir, sin trastornos mentales.
Respecto a esto, Rita Segato, la antropóloga argentina, manifestó que “El violador no es un ser anómalo, solitario, raro. En él irrumpen valores que están en toda la sociedad. Es el actor protagonista de una acción que es de toda la sociedad, una acción moralizadora de la mujer (…) Es un sujeto vulnerable que se rinde a un mandato de masculinidad que le exige un gesto extremo, aniquilador de otro ser para poder verse como un hombre, sentirse potente”
La gran dificultad de la sociedad y de la justicia es comprender que la violación no es un acto utilitario, no es el robo de un servicio sexual. No es un acto erótico. No hay deseo sexual, sino deseo de dominación y poder. Ocurriendo en todos los sectores sociales y siendo las características muy similares.

La complejidad, gravedad y consecuencias de estas violencias exigen respuestas integrales.
Como adultas responsables del cuidado, protección y acompañamiento de niñas y niños es importante saber que para ellos/as será más fácil hablar y romper el silencio si alguna vez el tema del abuso fue conversado; si trabajamos conceptos como el del secreto, el del silencio; si entendemos que la gran mayoría de los abusos son intrafamiliares; y si como sociedad entendemos la importancia de la Educación Sexual Integral en escuelas. Ley que propone un cambio de paradigma en cuanto a la sexualidad, es poder hablar claramente sobre sexualidad que es mucho más que su genitalidad, es lo que permite ir trabajando en lo cotidiano con las niñas y niños, da herramientas para que puedan pedir ayuda, para poder revisar los vínculos que hacen bien y los que no, para que puedan detectar estados emocionales y ponerlos en palabras, entender que hay una nueva manera de relacionarse, que debemos respetar la diversidad, tener relaciones más justas y equitativas, y aceptar las diferencias.

La provincia de Chubut es pionera en implementación de Educación Sexual Integral, se instrumentó a partir del año 2008 y es una herramienta más para la prevención de abuso sexual y para la erradicación de las violencias machistas, lo cual supone la transformación de las relaciones de género, tal como las conocemos.

 *Dra. Vanina Botta, Médica Forense de Puerto Madryn.


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