Por Estefanía Prokopiuk: Especialista en Docencia Universitaria. Diplomada en Comunicación Judicial. Licenciada en Comunicación Social. Integrante de la Oficina de Prensa del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia del Chaco. Docente de la Carrera de Comunicación Social, UNNE. Se desempeñó como editora, redactora y productora en medios masivos de comunicación.
Dentro del llamado teatro mediático, compuesto por actores como el Poder Judicial, cada escena es observada y luego criticada por el gran público. Ahora bien, los periodistas judiciales de qué manera podemos comunicar sobre el quehacer de este estamento del Estado. Cómo podemos conciliar esa relación entre el nada por ocultar y el todo por buscar. Más allá del lograr que los jueces tengan mayor disposición y los profesionales de los medios, mayor compromiso y responsabilidad.
Los ciudadanos de a pie necesitan, primero, saber cómo está conformado y qué competencias tiene el Poder Judicial. La sociedad debe saber el servicio de justicia que se brinda, y al que tiene acceso, ya que, en definitiva, esto último amplía sus derechos.
Por ello, este artículo tiene la intensión de encontrar mecanismos adecuados para atenuar las críticas hacia el sistema de justicia cuyos fundamentos están dados, entre otras razones, por el desfasaje entre el tiempo y los límites del fallo, y lo que esperan los justiciables.
Así lo expresa Lehmann “el Poder Judicial trabaja sobre casos concretos inscriptos en momentos históricos precisos. Esto implica que mientras el debate social no está saldado (es decir, no se cristaliza en una adecuación del corpus legislativo) toma sus decisiones a partir del acuerdo previo de la sociedad. El desajuste entre los límites de la decisión judicial y la expectativa de los justiciables, garantiza la controversia y la crítica hacia el sistema de justicia”.
Una de las herramientas para hacer frente a esta inquietud tiene como punto de partida la comunicación y educación, para obtener así una correcta instrucción y construcción de la imagen de la Justicia y ampliar su capacidad de influir positivamente en el espacio público.
Mejor comprensión
Antes avanzar considero oportuno manifestar que el periodismo judicial es una especialización emergente dentro de la profesión, con lo cual quienes la ejercemos tenemos más dudas que certezas, es decir que trabajamos a prueba y error.
Tan joven es que el primer debate en torno a la relación jueces y periodistas se dio durante la primera década del siglo XXI, y, más precisamente, en 2006 en el marco de la Primera Conferencia de Nacional de Jueces organizada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Allí, se concluyó en la “necesidad de adoptar una política comunicacional que procure una mejor comprensión del quehacer jurisdiccional por parte de la población” .
También es fundamental expresar que si bien la información judicial no puede, ni debe ser ocultada, puede ser momentáneamente reservada para no interferir en la labor juridiccional, pero es una exigencia constitucional tener que brindarla y un derecho social reclamarla.
Otra de las aclaraciones obligadas consiste en admitir que los miembros del Poder Judicial “se han convertido en actores en el escenario del teatro mediático, aunque les pese, y sus acciones son observadas, analizadas, criticadas y mediatizadas hacia el gran público” . Por ello –dice Ruiz Núnez- la necesidad de optimizar la relación con la prensa constituye un desafío irremediable para magistratura argentina.
Sobre todo, si se tiene en cuenta que “una de las causas del desajuste es que los medios exhiben una inclinación a la dramatización de la noticia y suele transmitir versiones y conjeturas que despiertan un interés en el público pero que no reflejan las probanzas obtenidas por los magistrados” .
Ruiz Núñez lo dijo más claramente: “La verdad puede ser un lastre cuando el único objetivo es el rating o vender ejemplares: son más excitantes las hipótesis conspirativas, las imputaciones sin fundamento y el sensacionalismo (…) las teorías más disparatadas y las acusaciones más irresponsables se transmiten al público con absoluto desenfado. Por supuesto, si la justicia no convalida los delirios periodísticos la gente pensará que es ineficaz o corrupta (…) la prensa-negocio adhiere a las hipótesis más excitantes, aunque no sean la verdad” .
Además hay que tener en cuenta que la información que se niega, fluye de todas maneras aunque, generalmente, de forma parcial e incorrecta pero con mayor influencia en una sociedad que prefiere la justicia mediática a la de la Constitución.
Hacer docencia
Teniendo en cuenta lo antes expuesto el Poder Judicial, a través de su Oficina de Prensa, debería generar una estrategia para que la información llegue en tiempo y forma. Cumpliendo con la “obligación de explicar, hacer docencia” como bien expresó el periodista Clariá , es decir, qué hacen y por qué lo hacen. De esta manera se transparenta el accionar de la Justicia para que los ciudadanos formen sus criterios de lo que sucede en ese espacio controvertido.
Tarea ésta que demanda un trabajo de largo plazo ya que “la comunicación del Poder Judicial con los ciudadanos no tiene como punto de llegada mejorar la imagen de la justicia, sino que exista más Justicia” .
Resulta imprescindible, entonces, que información se convierta en sinónimo de construcción de civismo, para lograr así una correcta construcción de una imagen que refleje más Justicia. Y si se explican cuestiones que tienen que ver con el funcionamiento del Poder Judicial, como es el caso del debido proceso, se irá educomunicando.
Cabe aclarar que la educomunicación “es un campo del saber y el hacer, en el que la educación y la comunicación se interrelacionan y confluyen” . Es decir, hay que hacer docencia y formar cívicamente.
Aunque también es preciso tener empatía con el público, es decir, conseguir identificación mental y afectiva con su estado de ánimo e intereses. Cuestión que va asociada y reclama colmar esas ansias de percepción de más Justicia, sobre todo, teniendo en cuenta que en ese ámbito se toman decisiones que serán luego percibidas como socialmente justas o injustas.
Y es en este poder del Estado donde recaen todos los reclamos, ante la judicialización de los conflictos sociales y una agotada credibilidad de los otros dos poderes, responsables también ellos de brindar contención al reclamo social.
Se pide “seguridad “a la Justicia, que puede otorgar sólo la jurídica que es la que le compete. Esa, por ejemplo, es la falta de conocimiento que tiene la ciudadanía respecto de cuál es su rol y sus alcances, más específicamente en este caso, del Derecho Penal, del para qué sirve y cuál es el beneficio de su aplicación.
Nuevos canales
La superación del desajuste entre los límites de la decisión judicial y la expectativa de los justiciables puede efectuarse mediante la formación y las nuevas tecnologías como herramientas. Con las cuales los periodistas judiciales debemos educar, a la vez que comunicar.
A partir de la disponibilidad de los múltiples recursos y herramientas que brindan los medios de comunicación y las tecnologías, es posible recrear y enriquecer las técnicas y estrategias. Hay que encontrar los canales adecuados que se ofrecen para trasmitir datos básicos pero llamativos sobre el quehacer del Poder Judicial. Dirigiéndose así directamente al ciudadano, caracterizando sus roles, funciones y cómo impactan en las resoluciones. Contar los elementos que se tienen para mejorar la calidad (como es el caso del equipamiento al servicio de la investigación) y por ende la legitimación pública.
Entre los recursos a los que se apela para comunicar, además de contar con los tradicionales como el diario judicial, página web y envío de correos electrónicos con información elaborados diariamente, bien se puede utilizar Twitter para casos penales, en el momento en que se produce el veredicto, por ejemplo.
Otras de las alternativas es teniendo un canal propio en Youtube donde se realicen videos explicativos e instructivos sobre el quehacer judicial, que incluyan entrevistas con operadores. Los cuales se podrían replicar en micros televisivos transmitidos en medios locales.
Mediante estas iniciativas se podrá comenzar a tender lazos con el público y así lograr que el mensaje llegue de forma pertinente y comprensible.
Lehmann K. (2013). La justicia como resultado, Módulo I: Desafíos del Poder Judicial en el Espacio Público, Diplomatura en Comunicación Social, Centro de Perfeccionamiento Ricardo C. Núñez del Poder Judicial de Córdoba y Secretaría de Posgrado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales – UNC, Córdoba.
Altamirano, L. (2012). Juez prudente, juez estratega, juez protagonista. Diferentes actitudes de la magistratura en su relación con la prensa, Abeledo Perrot Córdoba.
Ruiz Núñez, H. (2006). La justicia en la era de la comunicación, Colegio de Magistrados y Funcionarios de la Provincia de Buenos Aires.
Yamui, L. y Kaus, L. (2002). Justicia Mediática, desde Internet: http://www.causagrassi.org/web/info.php/id/529.htm
FOPEA (2012). Homenaje a Héctor Ruíz Nuñez, desde Internet: http://www.fopea.org/content/download/3232/16388/file/Homenaje%20a%20He%CC%81ctor%20Ruiz%20Nun%CC%83ez.pdf.
Clariá M. (2013), en el panel-debate titulado: La mediatización de la Justicia, realizado el 15 de abril en el auditorio Berta Kaller-Orchansky del Centro de Perfeccionamiento Ricardo C. Núñez.
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Ghiggi, I. (2010). Las tecnologías de la información y la comunicación en la educación inicial, Educación, Entre Ríos.