La Justicia en el Espacio Público

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Por Kevin Lehmann: Sociólogo (Univ. Complutense, Madrid).

Licenciado en Ciencias Políticas (Univ. Complutense, Madrid). Master en Gestión de la Comunicación en las Organizaciones (Universidad Austral).Posgraduado en Opinión Pública y Medios de Comunicación (FLACSO-INAP). Posgraduado en Control y Gestión de Políticas Públicas (FLACSO-INAP). Profesor Titular de Poder y Medios de Comunicación, (Universidad del Salvador). Profesor adjunto de Sociología en la Fadu (UBA). Profesor adjunto de Introducción a las RR.II., en la Facultad de Ciencias Políticas (Universidad del Salvador). Fue Director de la Agencia de Noticias TELAM y Vocero de la Federación Argentina de la Magistratura. Es Consultor del BID y del Banco Mundial.
 
1. El marco

La idea de titular este artículo “La Justicia en el espacio público” responde a la necesidad de tomar posición desde el primer momento acerca de cuál es la entidad y cuáles son los límites de la cuestión que va a abordarse a continuación.
Digamos, para empezar mostrando las cartas, que entiendo que cuando se proponen debates con títulos como “Justicia y medios de comunicación”, “Prensa y Justicia”, etc. se parte de un recorte temático que condiciona el abordaje, define una arena de discusión y determina el sentido -sino los contenidos- de las conclusiones…que terminan siendo bastante similares entre sí: la necesidad de contar con un vocero u oficina de prensa que facilite la relación con el periodismo; que aquello de que “los jueces hablan por sus sentencias” esta perimido, etc.
Mi planteo es que la relación entre la justicia y los medios periodísticos es parte de una cuestión -la imagen del Poder Judicial- cuya definición última reside en otro lugar; y que requiere de herramientas conceptuales y de la aplicación de una lógica distinta a las del periodismo y la justicia.
Los intentos por resolver los problemas de la imagen pública de la justicia enmarcándolos exclusivamente en las instancias de su relación con los medios, demoran la discusión de fondo y encubren la existencia de otros actores que participan de la construcción de esa imagen.

2. Los desafíos de la comunicación

Trabajo desde hace tres años en distintas áreas de comunicación vinculadas con la justicia de la provincia de Buenos Aires. En este tiempo me encontré con muy pocos problemas cuya solución radicara simplemente en que se conozca el contenido de las sentencias (de hecho, en la mayoría de los casos, la controversia pública estalló en instancias muy anteriores al fallo).
Los cuestionamientos más fuertes estuvieron dirigidos a fiscales y jueces y a la llamada “corporación judicial”. Casi todos los ataques se propusieron presentarlos como “insensibles”, “negligentes” y “alejados de la realidad de los ciudadanos”. En la mayoría de los casos resonantes, antes o después, representantes del poder político tomaron partido…en contra del funcionario o magistrado.
Muchas de las controversias públicas que enfrenta la justicia ni siquiera tienen que ver con decisiones puntuales (sentencias, investigaciones, excarcelaciones, etc.) adoptadas en el devenir de una causa. En 2004 un ministro del gobierno de la provincia de Buenos Aires cargó contra los jueces de menores en su conjunto (y promovió un jury a doce de ellos) para defender la necesidad de modificar una norma; a mediados de 2006 otro ministro descalificó a los tribunales de Familia, como parte de su estrategia de promoción de dos nuevos planes adoptados por su cartera. Hay decenas de ejemplos equivalentes.
Temas como el aborto y los menores en conflicto con la ley penal enfrentan inmediatamente a la justicia con la opinión ONG’s y distintos sectores de la sociedad civil, sea que se falle en un sentido o el otro, indistintamente.
El área de comunicación -o, en su caso, el vocero- hace (o debe hacer) algo más que transmitir la palabra de los jueces y funcionarios.
Para poder comunicar debe lograr, por lo menos, dos cosas: fortalecer (en términos de legitimidad) la palabra de la justicia, es decir su imagen, su credibilidad y, por lo tanto, su capacidad de influir en la esfera pública; y conseguir que el mensaje llegue y sea entendido sin excesivas distorsiones por los ciudadanos .

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