*Por Jorge Alfredo Ramirez
El día 20 de diciembre del 2017 la Real Academia Española, introdujo el término Pos Verdad en su diccionario. Si bien su definición no es precisa, su director, adelantó que la Posverdad “son aseveraciones que dejan de basarse en términos objetivos, para apelar a emociones, creencias o deseos del público” En inglés el término “Post-truth” se empleó por primera vez en el año 1992. Lo hizo el dramaturgo serbio-estadounidense Steve Texich, en un artículo donde refería: “Lamento que nosotros como pueblo libre, hayamos decidido libremente vivir en un mundo en donde reina la posverdad” Texich reflexionaba en el contexto del escándalo Irán – Contra y la Guerra del Golfo Arábigo Pérsico. Oxford, dijo que si bien el término tiene un uso extendido desde hace una década, creció su empleo a partir del Brexit.
La posverdad pasó de ser un término periférico a ser citado en publicaciones populares y prestigiosas. En síntesis la posverdad es la imposición a la sociedad de supuestas verdades mediante la utilización de medios masivos de comunicación, de dudoso grado de certeza y de una utilidad manifiesta al poder de turno. Uno de los orígenes de la palabra “verdad” lo ubicamos en la antigua Grecia, donde ciertos personajes, llamados “los veraces” eran los que disponían sobre la veracidad de las cosas. Su palabra era la verdad. El filósofo Friedrich Wilhelm Nietzsche, sostenía que la verdad no existe. “no existen hechos sino interpretaciones” o “la verdad es la mentira más eficaz”. Con este criterio, al no existir la verdad tampoco podemos darle entidad a la posverdad. Sin embargo, el filósofo francés Michel Foucault, al referirse al “Poder” nos enseña que en la actualidad no se ejerce el poder de forma “represiva”, con el uso de la fuerza, o intimidación, sino que la herramienta más útil al poder, para instalar una idea, es la NORMALIZACION, de esa idea por la sociedad. Es decir, hacer creer a la comunidad, que determinadas conductas, hechos o descripciones de la realidad son normales y el resto deben ser descartadas.
Es tanto el nivel y la cantidad de información y medios de comunicación en la actualidad, que todo está puesto en duda y ello genera una gran confusión en los individuos. Si tomamos un ejemplo sencillo, como es la industria alimenticia, productos que antes eran habituales en el consumo, como la leche, las harinas y los dulces, hoy pasan a ser venenos. Si llevamos estas construcciones al terreno político, social, económico o internacional, el armado de verdades son continuas y su grado de comprobación es limitado. Lo importante es que el poder las “normalice”.
Los filósofos contemporáneas nos indican algunos requisitos para crear una nueva verdad o posverdad: a) Proponer una división: (entre buenos y malos, macho o hembra, nacionales y extranjeros etc. b) Exaltar los ánimos: es decir, lograr que la sociedad se involucre con esa idea y sea capaz de sostenerla con la mayor de las enjundias. c) Lograr que esa idea se normalice; que los individuos la tomen como verdad indiscutida. Llevado el término a cierto accionar judicial a nivel nacional, la confusión no desaparece: Se producen, en los últimos años, una ola de prisiones preventivas contra funcionarios que desempeñaron cargos en el gobierno anterior, enarboladas en una lucha contra la corrupción y empujadas por cierto humor social.
Posteriormente cuando la sociedad, gira sus prioridades hacia otros nortes, esas prisiones preventivas se van desvaneciendo. La acción de Amparo, que tan útil resultó para lograr una justicia “rápida y expedita, hoy sufre el cortapisas de: “la limitación de esta acción, no permite dar un debate más amplio de la compleja temática llevada a decisión judicial”.
Ciertos fallos en el orden del derecho ambiental, hoy también se ven limitados ante la posibilidad de afectar fuentes de trabajo. Asimismo, con la cantidad de Tratados Internacionales con jerarquía constitucional ratificados por la República Argentina, el marco normativo, base primaria de las resoluciones judiciales, se ha ampliado en términos exponenciales. Por decirlo en términos deportivos, constituyentes y legisladores están enamorados del “juego bonito”, pero la difícil y conflictiva tarea de hacer los goles pertenece cada vez más a los jueces, aun cuando el sistema judicial nunca fue pensado para cumplir esa función. Los jueces resuelven casos individuales: sólo a lo largo del tiempo sus fallos, si resultan más o menos coincidentes en la ratio decidendi, acaban por transformarse en una jurisprudencia provisionalmente confiable. Por el momento, no podemos exigirle más al Poder Judicial, que también es víctima de tantas posverdades.
Ante niveles de información tan apabullantes, como nos mantenemos indemnes ante esta invasión de posverdades?. Creemos que solo el desarrollo de un “Pensamiento Crítico”, que requiere no solo de una importante educación, sino de una continua práctica, nos puede servir para separar la paja del trigo, analizar cada situación en forma integral y no confiar tanto en las Posverdades.
*Dr. Jorge Alfredo Ramirez, Defensor Público Civil de Trelew.