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Por Kevin Lehmann: Sociólogo y Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid, Master en Gestión de la Comunicación en las Organizaciones (Universidad Austral), Posgraduado en Opinión Pública y Medios de Comunicación (FLACSO-INAP), Posgraduado en Control y Gestión de Políticas Públicas (FLACSO-INAP).

También es profesor universitario en diversas casas de altos estudios del país y consultor del Banco Mundial. Durante muchos años fue vocero de la Federación Argentina de la Magistratura.

Nota preliminar:

Estas reflexiones están orientadas a disparar ejes de discusión y por tal motivo se trata de definiciones operativas, para una reunión de trabajo, en esta etapa de la evolución de la estrategia comunicacional de los Poderes Judiciales, y que deberían provocar líneas concretas y consensuadas de acción. La solidez filosófica, en este caso, es irrelevante.

Marco:

La Justicia, según el diccionario de la RAE, es una de las cuatro virtudes cardinales y un atributo de Dios. Por lo tanto, un absoluto, un irrepresentable: como la Belleza, la Bondad, el Amor. Tutelar ese Bien, poner a los hombres en contacto con ese bien es tarea de sacerdotes y, tal vez, de artistas y poetas.
Probablemente no sea esa la tarea que se le ha encomendado al Poder Judicial (aun cuando para la vigésima segunda edición del diccionario, la sexta acepción de Justicia sea: Poder Judicial).

Supuestos de partida:

La Justicia no se objetiva, no existe un producto, un hecho ni un lugar que sea Justicia. Por lo tanto:

1- El Poder Judicial no produce Justicia: no es una fábrica de Justicia. Produce decisiones. Tomadas en un contexto determinado, pueden ser percibidas socialmente como justas.

2- La Justicia no es intrínseca a las decisiones. Si lo fuera, no existirían instancias de revisión.

3- La Justicia es una convención y una percepción: lo que es justo en un lugar y un momento dados es injusto en otro lugar u otro momento.

4- En esta sociedad y en este momento el reclamo de Justicia no es una abstracción. Existe una convención -una Constitución, por ejemplo- y un paradigma (que determina lo que será percibido como justo o no y, más importante, si existe o no Justicia).

5- La justicia es el resultado de una interacción social. Aun la justicia, tomada como sinónimo de las decisiones que produce el Poder Judicial, en ningún caso depende de la voluntad autónoma de éste: los otros dos Poderes -y la sociedad- definen el contexto (leyes, composición, presupuesto, etc.) y los alcances de esas decisiones.

6- La Justicia es, también, el resultado de la inscripción de unas decisiones y una actuación institucional determinada, en un paradigma.

7- Para construir la justicia como resultado, Funcionarios y Magistrados (de todos los niveles) deben ocuparse de los contenidos de la decisiones; los responsables de la comunicación de inscribir esos contenidos en el paradigma (ajuste de expectativas y traducción de lo extraño en próximo, etc.) y discutir el paradigma; y los Superiores Tribunales en tanto cabezas del Poder, de influir sobre la convención (la legislación) y el contexto (presupuesto, composición interna, etc.) en el que toma sus decisiones los integrantes el Poder Judicial.

8- Los esfuerzos para mejorar la comunicación del Poder Judicial con los ciudadanos no tiene como punto de llegada mejorar la imagen de la justicia, sino que exista más Justicia.

Desarrollo:

La Justicia, así, con mayúsculas, es un atributo, un valor, un bien público; la justicia, con minúsculas (y, aquí, con cursivas), es un producto, resultado de un concurso de factores, decisiones e intervenciones de múltiples actores.
La Justicia y la justicia no son, entonces, equivalentes, pero sí interdependientes. El Poder Judicial, identificado socialmente con ambas (en una medida que lo excede) debe, para incrementar su prestigio institucional y para cumplir acabadamente con la tarea que le fue encomendada y que asume como propia, incrementar la calidad de ambas. Respecto de la cantidad podríamos arriesgar que existe una relación, aparentemente paradójica, de proporcionalidad inversa: cuanta más justicia sea necesaria, menos Justicia existe.
Se verifica, ya lo hemos dicho en otro lugar y no es necesario aclararlo aquí, un desajuste de expectativas respecto de la contribución del Poder Judicial a la Justicia . Ese desajuste solamente puede solucionarse mediante la comunicación.
El paradigma, en el sentido en que es utilizado en este texto, determina lo que puede ser percibido y su valoración. Es decir, qué existe y qué no existe, qué es bueno y qué es malo, qué es prioritario y qué no lo es, qué es justo y qué injusto, etc.
Inscribir las decisiones de la justicia y la actuación del Poder Judicial en el paradigma que nuestra sociedad tiene de la Justicia es una tarea indelegable de la Comunicación
-como área, como saber y como ejercicio -. Para hacerlo -lo señalo aunque sea redundante- primero hay que conocer cuál es ese paradigma y cuáles son sus reglas: eso determinará las estrategias de legitimación, institucionalización, acreditación, identificación, etc. que darán sustento a la política comunicacional.

Algunas líneas de acción sugeridas, a modo de conclusión:

El área -las áreas- de comunicación del Poder Judicial no pueden trabajar exclusivamente desde la comunicación de oferta (transmitir a la sociedad los mensajes de la institución) ni alcanza con responder a las demandas del periodismo u otros actores. Lo más importante es trabajar en, desde y sobre el paradigma social, las esperas (expectativas) societales y la imagen que la sociedad tiene respecto de qué es, como está compuesto y qué hace el poder Judicial.

Los tres elementos -simplificando excesivamente: el horizonte cognitivo, las demandas y el conocimiento de la institución- son materia sobre la que puede y debe actuar un Poder del Estado. Para provocar el apego a los valores republicanos y democráticos es obligación de los Poderes no solamente tener, sino lograr que los ciudadanos perciban, un desempeño adecuado a sus expectativas.
Por lo tanto no existe solución de continuidad entre la imagen de la justicia y la de Justicia.