La comunicación de los poderes judiciales, el desafío ante las nuevas formas periodísticas

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Por Marcelo Báez: Profesor y periodista. Es Coordinador de Prensa y Comunicaciones del Poder Judicial de Salta desde 2004. Fue Secretario de Redacción del diario Eco del Norte de Salta y Jefe de Sección del diario El Tribuno.

Desde 2006, el cambio

Comunicar es siempre un desafío. Nadie ha dicho que sea una tarea simple. Lo sabe el niño que no puede terminar por expresar en palabras sus necesidades y lo saben las instituciones del Estado que no terminan de comprender un proceso donde no existen leyes taxativas.

La comunicación, como todo proceso social, es esencialmente móvil. Comprender este principio evitaría gran parte de los dolores de cabeza que sufren instituciones como los Poderes Judiciales de Argentina.

Cuando al término de la Primera Conferencia Nacional de Jueces desarrollada en Santa Fe en 2006 se concluyó que la comunicación resultaba tan necesaria para la Justicia Argentina que se la llevó al sitial de “Política de Estado”, se creyó haber develado parte del misterio. Comenzó entonces una etapa más profesional en la comunicación.

Se abandonaron los avisos de actividades institucionales que caracterizaron hasta ese momento la labor de las oficinas técnicas y se pasó a informar sobre las decisiones de los magistrados.
El cambio insumió a la Justicia argentina un esfuerzo significativo que no se puede dar por concluido.

La tarea comunicativa de la Justicia, curiosamente, se desenvuelve sin un marco jurídico o reglamentario y en una situación de vacío que es cubierta por los esfuerzos individuales. Debe comprenderse en este punto que la comunicación se realiza, esencialmente en el caso de la Justicia, a través del periodismo.

Comunicación cerrada

Y es la actividad periodística, un oficio absolutamente desregulado, lo que podría parecer hasta desordenado a los ojos de un jurista acostumbrado al razonamiento lineal de la formación académica.

Hasta ahora, éste ha sido el principal escollo en el proceso comunicacional. Mucho se ha hablado sobre la formación de los periodistas especializados y se han realizado seminarios y charlas donde se ha invocado a dicho hombre (o mujer), como si fuera el indicado para adentrarse en los intrincados caminos de la Justicia.

En realidad, cuando se pide por el periodista especializado, se clama por una persona no neófita, que maneje los mismos términos, que comprenda un auto de procesamiento sin necesidad de tener que portar bajo su brazo un diccionario de términos jurídicos o recurrir a Internet como si fuera una tabla salvadora en medio del océano.

Se está pidiendo, al reclamar por el periodista especializado, por un abogado. No se quiere un periodista.

Sería como cerrar el proceso comunicacional sólo a los legos. Y a su vez una recurrencia por querer encerrar las decisiones del Poder Judicial en un circuito reducido.

Persistir en la búsqueda del periodista especializado como interlocutor podría conducir al fracaso del esfuerzo iniciado en 2006 después de aquella Primera Conferencia Nacional de Jueces.
En aquella oportunidad se señaló, al establecer las funciones del Centro de Prensa de Información Judicial, que la sociedad sería destinataria de la información. Y si el destino es el público masivo, debe pensarse entonces que no hace falta un interlocutor lego, sino un lenguaje accesible para periodistas y para el común de la gente que debe comprender lo que dice la Justicia cuando falla.

Nuevas formas periodísticas vs periodismo especializado

No se puede esperar por el periodista especializado sencillamente porque el proceso comunicacional se mueve con mayor fluidez. Mientras se sigue cavilando sobre la conveniencia o no de formar periodistas especializados; sobre si los interlocutores deberán llevar o no una acreditación y sobre qué es materia de información, el periodismo ha ido transformándose.

El periodismo convencional tal cual lo conocemos está mutando permanentemente. La comunicación ha ido superando los canales tradicionales: diarios, radios y televisión. La aparición de Internet como canal ha revolucionado sencillamente esta actividad pues representa una herramienta de fácil uso, ágil e inmediata como pocos medios.

La reacción de los medios tradicionales ha sido la reinvención de la labor periodística y la producción de contenidos multimedia como forma de responder a las demandas de un público que accede fácilmente a las nuevas tecnologías y sus formas de comunicación.

Esta puja conlleva una transformación en el proceso comunicacional al incorporarse medios no tradicionales y una nueva lógica.

El periodista ya no es el intermediario, sino parte de un público más extenso. En esta nueva lógica, todos los ciudadanos pueden convertirse en potenciales periodistas y un canal considerado prima facie como “secundario” como un blog en Internet, puede brindar información de primera mano exclusiva y confiable, y ser fuente de los medios tradicionales.

Esto convierte al proceso comunicacional en infinito: hay tantos comunicadores como ciudadanos. Tantos comunicadores como followers  de los mensajes publicados en Tweeter
De allí que resulte necesario que los Poderes Judiciales no se detengan en discusiones estériles o en esperas interminables por la llegada del periodista especializado. No se puede confiar el éxito de una política comunicacional a un solo interlocutor.

Resulta en este sentido útil la experiencia desarrollada por el Centro de Información Judicial (www.cij.gov.ar) que como agencia informativa ha desplegado un concepto amplio siguiendo aquel lineamiento original de dirigirse no sólo al periodista, sino a la sociedad.

En este concepto se encierra el futuro de la comunicación judicial. Deberá pensarse en la sociedad como destinataria final de toda la información producida, lo que obliga a su vez a las oficinas a no circunscribirse a los medios tradicionales o formales, sino explorar el uso de plataformas no convencionales buscando beneficiarse de la propagación viral de los mensajes. Pero manteniendo la misma finalidad con la que se realizan las comunicaciones formales: que se conozcan las decisiones de la Justicia y se contribuya a la construcción de una sociedad mejor.