*Por Vanina Botta
“La violencia, sea cual sea la forma en que se manifieste, es un fracaso para la sociedad”.
-Jean Paul Sartre-
Que nuestro mundo se ha vuelto más violento, menos igualitario y más competitivo no es ninguna nueva noticia. Ya no se trata de una serie o una película, basta con salir por las calles, entrar a instituciones y verlo.
Sabemos que el cerebro humano está preparado y tiene como objetivo la supervivencia y parte del repertorio con el que contamos para sobrevivir es la agresividad. La agresión, entonces es una conducta natural de gran valor adaptativo ya que permite que los individuos se protejan a sí mismos y a los suyos de intrusos que representen amenazas.
El todo, o sea, la integridad de una persona está condicionada por los genes y el medio ambiente. Factores como la crianza, la educación, lo cultural y el entorno social orquestan y van modulando casi siempre esas bases agresivas. Pero aquí existe un factor emocional a tener presente y es la falta de tolerar y resistir a la frustración, sumada a la ausencia de control de los impulsos.
Surge entonces nuevamente esta incómoda pregunta: ¿nace o se hace la persona violenta?
Tuve un profesor que decía “Nuestro cerebro es una Ferrari pero con frenos de un Ford T”. Siempre me impactó esta metáfora. Es que nuestro sistema instintivo emocional comienza a actuar 125 milisegundos después de un estímulo o de alguna información que recibimos del medio ambiente. En cambio, la corteza prefrontal que es parte del cerebro racional (que se encuentra en la zona de atrás de los ojos y la frente) tarda unos 500 milisegundos en tomar conciencia de lo que sucede.
Es decir que nuestro cerebro pensante racional siempre tarda bastante más. ¿Qué son 125 milisegundos? medio parpadeo. Y el cerebro racional todavía ni se enteró. Siempre está en desventaja, porque las partes primitivas del cerebro empiezan a conducir la acción antes. ¿Quién luego de decir o hacer algo no se ha preguntado o cuestionado o arrepentido?
Como dije anteriormente, el cerebro está preparado para sobrevivir. Es una máquina de supervivencia. Por eso los cerebros primitivos (instintivos, emocionales) son tan rápidos.
Otra vez esta frase, “nuestro cerebro es una Ferrari con frenos de un Ford T”, la Ferrari arranca rapidísimo, pero el freno no está preparado para altas velocidades.
La corteza prefrontal del cerebro está relacionada con complejos procesos como la planificación, la flexibilidad mental, la capacidad de comprender y entender las cosas que están o no aceptadas socioculturalmente, la toma decisiones, desarrollo de la conciencia moral y la capacidad de entender y responder al mundo emocional del otro. Y con la inhibición, es decir, los lóbulos prefrontales son los que pueden decir “Siga, siga o deténgase, frene” a nuestras emociones, impulsos primitivos e instintos
Cuando leo que nuestro cerebro crea el mundo donde vivimos, este mundo que está tan mal, me pregunto que está fallando en el cerebro y cómo podríamos hacer para mejorar.
No podemos cambiar la biología. Pero sí podemos a los 500 milisegundos que tarde el cerebro racional intervenir, usar la conciencia y ejercer el libre albedrío; entrenar esta corteza prefrontal (la parte del cerebro que nos hace humanos/as), para inhibir conductas automáticas y agresivas y optimizar el auto-control. Aquí la educación es una poderosa herramienta.
Sin embargo y como no solo somos genes y biología, sino que estamos atravesados/as por lo social, lo cultural, lo histórico, lo político; también es prioridad modificar ambientes de riesgo (que son generadores de violencia), ambientes con pobreza, machismo, desigualdad, falta de acceso a la salud y la falta de una educación integral de alto nivel. Este, es otro gran reto para la sociedad.
*Dra. Vanina Botta. Médica Especialista en Psiquiatría. Especialista en Medicina Legal. Medica Forense en el Poder Judicial en Puerto Madryn.